Siempre quise ir a LA

sábado, enero 26, 2008

El gran Roque

Releo algunos posts en el blog de Roque y encuentro un párrafo exquisito con el que no puedo estar más de acuerdo:

"Es martes, de noche. El Village bulle. Ceno tartar de atún y una copa de vino blanco. Me niego a pasar de puntillas por Nueva York preso de agobios ajenos. Soy un vividor, ¿y qué?"

Son sólo 35 palabras pero condensan el transcurrir de estos años de dinero, ocio, buena compañía, mucha suerte y pocas responsabilidades. Me voy tomar unos combinables right away y a cenar al Boa a continuación. Y mañana, el equipo.

Mirando atrás

Empecé con el blog como pasatiempo saludable que compensara otros menos saludables como las horas invertidas en la XBox. Mi idea también era echar de vez en cuando la vista atrás. Pues lo cierto es que un año y algo más tarde, aún no he tirado de archivo. Veo que la nostalgia no es propia de mis veintitantos.

On the road, again

Empecé a viajar en el sentido auténtico del término con el interrail del 99 en compañía de Rivi, Piquín y Mex. Oviedo, Hendaya, Ginebra, Lucerna, Berna, Interlaken, Salzburgo, Viena, Berlín, Munich, Copenhague, Bruselas, Brujas, Amsterdam, París y Barcelona...

Éramos los hombres de la final, por fin. El Madrid había ganado la séptima, nos íbamos a la universidad y debutábamos en Europa y con picadores. Como se trataba de empezar una nueva vida, me dio por dejar a mi novia de entonces, Laurita. Qué buena persona, la bilbaína. Y bien mona.

Con una vuelta al mundo en la retina e imborrables episodios en los 5 continentes, esta semana recibo la visita de uno de los integrantes del interrail 99, el gran Mex, personaje tan caótico como genial. Y como no podía ser de otra manera, volveremos a la ruta mochila nepalí al hombro.

La pera está de moda

El otro día en Las Vegas ya me di cuenta de que el pear martini estaba en cualquier lista de cocktails. Esta semana, en un restaurante bien trendy de Hollywood, de nuevo un pear martini aderezado con compota de gengibre. Y anoche, en la fiesta de Elías, un tipo que no bebía se trajo 6 zumos de pera. Coincidencia o no, no deja de ser sorprendente cómo cambian estas cosas. El año pasado sólo veía lychee martinis, cantaloupe martinis, spicy ahi tuna (que todavía queda) y ostras aliñables (jamás osaría) con vinagreta.

Menuda mierda de artículo, puede pensar el lector. Digamos que es un ejemplo de lo ocioso que me encuentro. Qué grande.

martes, enero 15, 2008

Blog de fútbol

Roque y yo hemos lanzado un blog exclusivamente de fútbol donde pretendemos hacer pseudoliteratura a partir de nuestra pasión. Visitadlo:

http://futboldelnorte.blogspot.com

Mi arte

Varios son los que me tachan de imitar a Salinger, Capote, Fitzgerald. No sé escribir de otra manera: frases cortas, pinceladas gruesas, personajes alejados de la acción, observadores, pasivos. Lo que veo. El hombre light, las películas; Barcelona, Los Ángeles, iconos de un mundo soleado y onírico opuesto a las brumas de casa. Y sigo: Kandinsky, el postimpresionismo, Diana Krall, la cocina moderna, el toreo de escuela, las vanguardias rusas. La plasticidad.

jueves, enero 10, 2008

Propósitos para 2008

He empezado el año con aires de renovación, nuevas ideas, sueños. En EE.UU. están igual, sólo que antes han de dirimir si el cambio lo va a promover un negro algo ingenuo que me recuerda a Zapatero o una mujer a la que le sobra carretera política y personal. Mejor ni contemplar las alternativas entre los republicanos: un pastor episcopal o un mormón de las profundidades del estado de Utah, ya de por sí profundo y retrógrado, donde por cierto me voy a ir a esquiar en breve.

El imperio también da motivos para que entre aire fresco por la ventana. El gobierno parece algo atorado por el incipiente estancamiento económico. La oposición se dedica a prometer sinrazones, como la creación del Ministerio de la Familia. Quiero hablar de ese ministerio en potencia porque me escandaliza. La familia, yo entiendo, es una opción personal de cada uno. Cómo y cuándo la construye uno, si elige hacerlo, es una cuestión privada. Imaginemos un Ministerio del Ocio, cuyo fin fuera organizar el tiempo libre de la gente. O un Ministerio de las Vacaciones o del Fin de Semana. O un Ministerio de los Amigos, en los que el gobierno facilitara los botellones, las espichas y los interrailes. No entiendo porqué el Ministerio de la Familia puede tener cabida en nuestra sociedad ni tampoco soporto el guiño de la derecha a la iglesia católica.

Yo quiero casarme joven, tener 2 ó 3 niños, poder llevarles a buenas escuelas y a buenos hospitales si se ponen enfermos. También tengo amigos que prefieren compartir su vida en pareja sin hijos y otros que quieren tener hijos sin pareja. Me pregunto qué va a regular el Ministerio de la Familia, qué opciones va a favorecer, qué va a considerar bueno y qué malo. Pensaba que mi país era mucho más moderno pero veo que no. Me dan ganas de votar al ignorante de Zapatero, que al menos no me dice cómo y con quién tengo que hacer las cosas. Claro que tampoco quiero quedarme en la rue. Tiempos de cambio. Me voy a ver al equipo, eso sí que no cambia. Yo crearía el Ministerio de los Madridistas y pondría el impuesto blanco para sufragar nuevos fichajes.

Jugando al golf

Pienso reconvertir los latifundios familiares en campos de golf y hacer de La Vecilla, León, el nuevo Scottsdale, Arizona, capital mundial de este gran juego al que cada día me entrego. El chino que me instruye en el arte del palitroque me ha dicho hoy que tengo facilidad para el golf y lamenta que no me iniciara antes porque llevo el swing en los antebrazos. Lo cierto es que si no me hubiera dejado las rodillas en el cemento del Veneranda con Aurelio, Piloto y compañía, probablemente hoy no disfrutaría del verdor del green, el olor a hierba recién cortada, el rumor del surtidor en mitad del campo de prácticas.

Cada mañana me levanto a las 8 para ir a jugar, igual que en el Veneranda. Mis compinches son ahora gente ociosa, jubilados, algún estudiante. No hablamos mucho pero nos saludamos en la casa de las bolas, que es como un cobertizo donde hay una máquina que expende bolas de 100 en 100 en un cubo playero que hay que poner debajo. Luego me sitúo en la alfombrilla número 14 (mi número de la suerte) y empiezo a practicar. La idea es mandar la bola a unos 150 metros pero yo, de momento, sólo alcanzo 110 y no siempre. La pista de despegue del aeropuerto internacional está justo detrás y cuenta la leyenda que algunos profesionales son capaces de pasar la bola por encima de la valla y hacerla descender al lado de los aviones. Cuando se me acaban las bolas del cubo playero me voy al green de prácticas y me vengo arriba. Como mi swing es aún nefasto, me reconforta pensar que tengo facilidad para embocar. Menuda falacia.

Cansado por el sol y el viento seco y desértico de la siempre soleada California, guardo mis palos, descapoto mi deportivo negro y enfilo la 405 hacia el norte, escoltado por el mar y las montañas del valle de San Fernando, tras las cuales se esconden los sueños y delirios de Hollywood. No es mal plan para esta primavera.