Siempre quise ir a LA

domingo, abril 13, 2008

Los Ángeles, California

Vuelta a casa y cena reparadora en el Katsuya. Burning Mandarins (vodka, mandarina, salsa picante, sal) para recuperar el aliento y festejar mi último día en Los Ángeles. No siento apenas tristeza. Muy al contrario, orgullo por lo vivido y por los amigos. Termina una época pero empieza una nueva de lo más interesante por cuantos cambios van a suceder en mi vida. Por supuesto que echaré de menos nuestra rutina malibudiense, pero qué más se puede pedir cuando a otros les ha tocado hacer el MBA en Boston. Es broma. La sensación que me deja Estados Unidos, de todas formas, es la de un gran parque de atracciones donde todo es posible pero poco es real. Estoy contento de volver a Europa, mi casa.

La ruta 66 es el mejor final de trayecto posible. Una experiencia vital, una inversión en recuerdos, para envolver estos dos años intensos en amistad, viajes, baloncesto, combinables. Hasta siempre, siempre soleada. Qué gran capítulo.

Death Valley, California

Nuestra última noche la pasamos dentro del parque de Death Valley, ya en la siempre soleada. El hotel es un oasis con campo de golf con el que me vengo arriba en banderillas. Al lado del rango del ejército Area 51, donde se cree que los americanos guardan un OVNI, nos refugiamos del sol viendo un documental sobre la teoría conspiratoria relacionada con el primer aterrizaje en la Luna. Los americanos jamás estuvieron allí; resulta evidente. Da la sensación de que entre unas cosas y otras, un espía de la CIA va a colarse por el balcón, pero nada de eso ocurre. No deja de ser curioso lo "lunar" que resulta el paisaje de por aquí... Grande Kubrick.

Rail Pass Resort & Casino, Nevada

La grandeza del cañón resulta impagable. Arizona se trata de un territorio al que seguiré trayendo a mis niños en un futuro. Es tal la majestuosidad de su paisaje que los monumentos de la vieja Europa quedan esta vez en un peldaño inferior. Dispuestos a conocer la verdad de este país, decidimos pasar una noche en uno de los casinos cutres que hay al poco de entrar en el estado de Nevada y a escasos de kilómetros de la coqueta mas no impresionante presa Hoover. No vivía un nivel de cutrez semejante desde mi última visita a Estambul, pero la cutrez a escasos metros de Santa Sofía es incomparable a la cutrez en medio del Mojave, aún lejos de Las Vegas, ciudad predilecta aunque al lector le cueste creerlo.

El Rail Pass es sin más una parodia de un casino del Strip. Las camareras pechugonas son abuelas desde hace años, los crupiers apenas se acaban de ganar la green card y los visitantes son ludópatas venidos a menos, expresión cruelmente redundante por otro lado. Como Guzman, el Bueno, para entendernos... Elías, se me ha contagiado tu pésimo y carente de gracia sentido del humor. Como de costumbre, intentamos saltar la banca para acabar perdiendo una suma venial, como los pecados.

viernes, abril 04, 2008

Cameron, Arizona


Convenzo a los tres para visitar el Monument Valley en camino hacia el gran cañón del Colorado. El detour resulta un poco decepcionante pero el esfuerzo merece la pena por la foto que podéis ver aquí. Todo viene de mi obsesión por el desierto, que empezó hace 5 años en Baja California, México. Pocos sitios en el mundo, quizá la montaña o el hielo, son capaces de provocarme la misma sensación de desamparo e indefensión. Me gustan el desierto y la erosión, los paisajes agrestes. Quizá sea por mis orígenes castellanos, quién sabe, pero la sensualidad de la selva o incluso de los mares del Sur o del Caribe me dejan algo frío. Yo soy yo en la meseta, en África, en Arizona. Puede que la estepa rusa me inspire lo mismo. Pronto habrá que comprobarlo.

Gallup, New Mexico

El lejano, lejano oeste. Nuevo México rezuma John Ford, John Wayne, los inicios de la dubla Redford-Newman, Jimmy Stewart. Nuevo México es el estado más plástico que hemos atravesado hasta ahora y desde luego el más subdesarrollado. El tercio norte del estado está regentado por la tribu Navaja, que con dificultad intenta salir del ostracismo al que le confiere el gobierno federal. Con un sistema teológico tan indescifrable como su idioma, el Navajo se gana la vida vendiendo bisutería a precio de plata al turista poco observador.

A través de un paraje desolador y dramático, rico en serpientes y lagartos, nuestros aventureros llegan a Gallup y se hospedan en el mítico hotel "El Rancho", cuyo motto reza: "the charm of yesterday, the convinience of tomorrow". Y lo cierto es que la suite donde nos instalamos hace honor a la declaración de intenciones. Un breve paseo por el pueblo es suficiente para decidir pasar el resto de la velada en el restaurante del hotel a ritmo de margaritas (las mejores que he probado fuera de México) y enchiladas bien picantes.

El viaje ha superado el punto en que el coche, la comida o la impredecible cama dejan de ser una molestia para convertirse en recompensa. Empezamos a disfrutar y relamernos con lo visto hasta ahora. Grande la ruta 66.

Breves apuntes musicales: Smart dressed man, de ZZ Top se convierte en mi greatest hot del viaje, sin perder de vista a los temas clásico de Creedence Revival.

Amarillo, Texas

La porción de ruta 66 que transcurre por el estado de la "estrella solitaria" es una sucesión de pueblos fantasmas, silos en desuso y curiosas manifestaciones New Age y Pop Art en armonía con las noticias que escuchamos por la tele local: condenas a muerte, sectas polígamas, incestos. 10 Cadillacs enterrados en el desierto y pintarrajeados a voluntad son el highlight del día. Estamos a mitad del viaje y hoy ha sido claramente una etapa de transición. Buscamos el abrigo de un hotel convencional y un restaurante italiano, aún más convencional por estas latitudes, donde llenar el buche a gusto. Compruebo que han pillado mis nuevos palos de golf en la aduana española y que habrá que pagar €60. Mañana será otro día.