Siempre quise ir a LA

domingo, abril 13, 2008

Rail Pass Resort & Casino, Nevada

La grandeza del cañón resulta impagable. Arizona se trata de un territorio al que seguiré trayendo a mis niños en un futuro. Es tal la majestuosidad de su paisaje que los monumentos de la vieja Europa quedan esta vez en un peldaño inferior. Dispuestos a conocer la verdad de este país, decidimos pasar una noche en uno de los casinos cutres que hay al poco de entrar en el estado de Nevada y a escasos de kilómetros de la coqueta mas no impresionante presa Hoover. No vivía un nivel de cutrez semejante desde mi última visita a Estambul, pero la cutrez a escasos metros de Santa Sofía es incomparable a la cutrez en medio del Mojave, aún lejos de Las Vegas, ciudad predilecta aunque al lector le cueste creerlo.

El Rail Pass es sin más una parodia de un casino del Strip. Las camareras pechugonas son abuelas desde hace años, los crupiers apenas se acaban de ganar la green card y los visitantes son ludópatas venidos a menos, expresión cruelmente redundante por otro lado. Como Guzman, el Bueno, para entendernos... Elías, se me ha contagiado tu pésimo y carente de gracia sentido del humor. Como de costumbre, intentamos saltar la banca para acabar perdiendo una suma venial, como los pecados.