Siempre quise ir a LA

sábado, mayo 12, 2007

Palm Springs, CA

La semana pasada pasé dos días en Palm Springs, un oasis en medio del desierto de Mojave, un par de horas al Este de Los Ángeles. Palm Springs no tiene playa, bosques ni muchos campos de golf. Tampoco restaurantes o bares de copas. Palm Springs es una retaíla de moteles y hoteles de medio pelo donde el californiano se olvida dos días del mundo bebiendo cerveza en una piscina recalentada con mosquitos.

El desierto siempre me ha fascinado desde que estuve al borde del colapso en Baja California, México, no muy lejos de Los Cabos. La calma y el silencio te adormecen mientras el fantasma de la deshidratación y la insolación intentan apoderarse de ti. Es ese estado semiopiáceo lo que relaja los nervios de los angelinos y convierte a Palm Springs en un lugar atractivo a pesar de su fealdad.