Siempre quise ir a LA

martes, octubre 10, 2006

La torre de Babel

Acabo de cerrar el (con)trato con mi nueva chica de la limpieza. He aquí un tributo para las que han jugado un papel fundamental en el orden de mi vida desde que dejé Oviedo en 1999.

Mari
Extremeña, 55 años, quizá 60. Nuestra primera chica en Barcelona. Tenía que cuidar de su madre. Almodovariana. La heredamos del piso donde vivían Arbello y Maguregui. Sus tortillas, grasientas como pocas, eran legendarias. Sus cabreos no le iban a la zaga. También coincidió con nuestra época más cerda y experimental... Aquellos briks de leche por la ventana... aquellas pintadas en las paredes... Grandeza. Se cansó pronto de nosotros.

Valentina
Moldava, 35 años. Nuestra segunda chica de Barcelona. No recuerdo cómo nos hicimos con ella pero desde luego fue la más mítica de todas. Con ella practicamos la verdadera financiación de proveedores. Aquellos retrasos en los pagos de dos meses... Lo cierto es que el dinero nunca era problema pero cuando venía no nos acordábamos de ir al cajero. Recuerdo que cuando yo estaba en clase, Alberto y Mac cerraban la puerta de mi habitación y le decían que estaba durmiendo para que no me limpiara. Entonces era una putada pero ahora son risas recordarlo... Valentina tenía un par de niños y un marido llamado Vasilij. Vasilij tenía movidas de papeles y parece que en uno de esos días surrealistas de Avenida de Sarriá se presentó en casa para que le ayudáramos con la burocracia. Me lo perdí. Un buen día, Valentina cortó el crédito a proveedores y nos dejó.

La mexicana (no recuerdo su nombre)
Cuando estaba de intercambio en el DF teníamos una chica que la casera nos proporcionaba y estaba incluída en la renta. Venía una vez a la semana y se encontraba con los desperfectos de cada fiesta. Quince días antes de volverme a España, se me ocurrió vacíar un extintor (uno de mis clásicos disturbios) durante una party y al día siguiente la pobre mujer tuvo que limpiar esa espumilla que a todo se pega y a todos hace toser...

La marroquí
Ha sido la única que nunca vi. Limpiaba y planchaba como nadie pero en mi primer año en Madrid no tenía tiempo para nada. Fue la única que no contraté yo mismo. Joaquín se encargaba de todo... Creo que también trabajaba en casa de Alejo Vidal-Quadras que por entonces debía vivir en Madrid... Sin duda, la más eficiente.

Irma
Cuando me cambié de piso en Madrid, Carina me recomendó a su chica. Irma era de Ecuador y tenía un hijo que no nunca se pudo traer. Era genial. No tenía mucha idea de limpiar, o quizá sí, pero era un poco vaga. Tampoco tenía mucho tiempo para verla. Hacía compañía a mi novia Ana cuando doblaba alambres para sus ortodoncias. Lo cierto es que Irma estaba totalmente integrada en España y creo que era feliz... En navidad se fue a Ecuador a ver su niño y nunca volvió...

Leonor, la prima de Irma
Irma le dio mis llaves y nunca la llegué a ver tampoco. Se moría de risa cada vez que hablábamos. Al igual que Irma, no era la más limpia del mundo pero también parecía feliz. Creo que hay una correlación negativa clara entre ambas cuestiones.

Alma
Alma es mi nueva chica. Trabaja en el edificio donde vivo y utiliza todos los productos de la comunidad para limpiar mi moqueta, cristales, etc. Me ha dicho que no le diga a nadie que trabaja para mí. Alma es mexicana, emigrante y muy aplicada. Puede que no sea muy feliz...