Siempre quise ir a LA

domingo, febrero 24, 2008

Vail, Colorado

Se suponía que sería un viaje a la nieve con todos los de Mckinsey que andamos desperdigados por aquí, pero ya se sabe cómo son estas cosas. Al final, Carina se trajo gente de Columbia y yo de UCLA. Todos en una casa para 14 personas en un pueblecito afanado en parecerse a Kitzbühel, Davos o cualquier estación pija de los Alpes. Así es América, en lo bueno y en lo malo: una imitación del viejo mundo. Y encima nos dan lecciones de vinos. Y luego Australia y Sudáfrica son la pera y al final uno pasa por allí y se lleva una gran decepción, pero eso es harina de otro costal.

Porque lo que de verdad importó en Colorado fue la reafirmación de dos ideas bien sencillas. Primero, la diferencia entre los amigos de verdad y los conocidos. Segundo, la importancia de que tu pareja sea lista, educada, viajada y self-standing. Y hasta ahí puedo leer. Un último apunte: qué bien toca Carina la guitarra (y canta). Y qué envidia.