Siempre quise ir a LA

jueves, noviembre 30, 2006

Profesor Alvaro

Un lunes cualquiera en Andaguaylillas, el medio de la nada, a una hora de Cuzco, en medio de la nada. Está Juanita, que tiene 5 años y las mejillas abrasadas por el viento y el sol del ecuador. Está Vladi (Vladimiro), Edwin (Edwinaldo )... y así una serie de niños a los que Marta y Jaime ayudan a leer, escribir y hacer cuentas. Viven con sus padres y sus 6 ó 7 hermanos en casas de adobe (barro secado al sol, sin cocer por tanto, y mezclado con paja)... A pesar del alto índice de alcoholismo, paro y desnutrición (prácticamente comen 1 ó 2 veces al día algún derivado del maiz), los niños están contentos. Acabo de llegar a la escuela tras subir una cuesta y ahogarme en el intento (todo esto se encuentra a casi 4.000 metros de altura) y mi acomodada vida occidental, qué digo, burguesa, capitalista y opresora (estoy leyendo las memorias del Che, me da siempre por ahí cuando vengo a Latinoamérica, unas 9 veces en 2006) pasa a un segundo plano. De nuevo, soy consciente de mi apatía y la de mi pueblo, pero no por ello debo permanecer en silencio.