Siempre quise ir a LA

jueves, julio 05, 2007

Stage 2: Rajasthan, India

Si Delhi era caotico, el Rajasthan esta resultando ser algo asi como sobrehumano. A las habituales penurias del viajero se ha sumado anoche la aparicion del monzon en forma de lluvias torrenciales y carreteras cortadas en nuestra batalla diaria contra los elementos. Como en Delhi, las sorpresas y vivencias compensan con creces la carestia de las mentes independientes en procesion.

El Taj Mahal, por ejemplo, es un monumento etereo y liviano que relaja en cuanto se avista. La suntuosidad de sus marmoles y su perfecta simetria silencian el bullicio constante que caracteriza a Agra, ciudad inmunda donde las haya.

Jaipur es la antigua capital oriental de los tejidos, suficiente excusa para que nos hicieramos un par de trajes a medida cada uno que pronto seran la envidia mckinsiana. Paseo en elefante, palacios convertidos en hoteles, fuertes incrustados en las colinas...

El fuerte de Jodhpur sobresale a pesar de la mugre que envuelve la ciudad y el hotel donde me encuentro ahora mismo. Las casas pintadas de azul mediterranizan la vista del viajero y las leyendas de marajas, vivas en muchos casos, alimentan las noches donde el calor lucha con el cansancio en la busqueda de nuestro descanso.

Udaipur es el final del viaje, La Mecca, el oasis que nos acoge tras dias de penitencia entre inundaciones, elefantes, monos, vacas, mini-burros, conductores suicidas, mierda a palas, comida picante, cagaleras y calor tropical. El Lake Palace (600-1000 dolares), al fondo, representa los anhelos del viajero que tras sobrevivir a multiples contrariedades, encuentra sabanas blancas y toallas endurecidas con almidon para curar su cansancio. Lastima que nuestro presupuesto nos obligue a vengarnos en el mas modesto Nepal.